4 de octubre de 2010

El esparto, la fibra dorada del mediterráneo

EL ESPARTO Stipa tenacissima

“Una planta que podría frenar la desertificación del sudeste peninsular”


FIBRA DE ORO
CELULOSA DEL MEDITERRÁNEO
UN PASO A NUESTRA CULTURA
Y UN ESCALÓN PARA NUESTRO ECOSISTEMA




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El esparto o atocha (Stipa tenacissima) es una gramínea perenne que forma grandes macollas. Se desarrolla sobre suelos pobres, limosos o arcillosos, con escasa precipitación (generalmente menos de 400 mm/anuales) bajo una amplia gama de temperaturas. En las zonas donde las condiciones son más favorables no es capaz de competir con otras especies mediterráneas, por lo que queda relegada a lugares más difíciles de colonizar por estas.
Las formaciones de espartales constituyen una de las comunidades vegetales más características de las zonas semiáridas de la cuenca mediterránea occidental (noroeste de África, península ibérica e islas baleares). En la península se ha registrado en los siguientes puntos:
Mapa extraído del proyecto Anthos
Empezaremos conociendo un poco la evolución por la que ha pasado la vegetación original del sudeste peninsular, la cual estaría constituida en las zonas más húmedas por encinares (Quercus ilex subsp. ilex) y en las más secas por pinares de pino carrasco (Pinus halepensis), siendo el sotobosque de estas masas arbóreas una densa cubierta de matorral esclerófilo mediterráneo (gran variedad de aromáticas, tomillo, Thymus vulgaris, espliego, Lavandula latifolia, romero, Rosmarinus officinalis, etc., la coscoja, Quercus coccifera, la sabina, Juniperus phoenicea,…).
Ya desde la prehistoria el hombre ha sido gran consumidor de los productos del monte aunque al principio el aprovechamiento variado y equitativo de la flora facilitaba su conservación. Se usaba plantas tan raras para la economía forestal actual como la barrilla (Salsola sp.), de la que se obtenían diversas sosas utilizadas en la fabricación de vidrio y jabones, el lentisco (Pistacia lentiscos), para extracción de lentisquina (aceite utilizado para iluminación), y el esparto, nuestra protagonista, usada históricamente con fines múltiples, especialmente para la construcción de sogas y recipientes, redes y calzados. Existen datos registrados que muestran una extensiva utilización del esparto desde la época romana, por aquel entonces autores griegos y romanos se referían a estas vastas extensiones del SE peninsular como "Spartarion Pedion" y "Campus spartarius".
Fue a partir de la romanización cuando se acentuó la degradación de nuestra flora, por ejemplo la explotación de las minas en la sierra de Cartagena exigió grandes cantidades de madera para la combustión necesitada en las fundiciones y la construcción de túneles.
En los siglos XVI y XVII las áreas montañosas continuaban teniendo amplias formaciones forestales pero, con el gran aumento demográfico de esos siglos, también creció: el consumo de leña (para calefacción, fabricación de jabón, actividad naval, construcción urbana…), el pastoreo (realizándose muchas quemas para el crecimiento del pasto), las roturaciones para uso agrícola (el cual atraía muchas veces plagas, como la de la langosta, que también afectaban a la vegetación natural) y la actividad industrial.
El retroceso total lo tuvo ya en el siglo XVIII, tras la conversión de Cartagena en la capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo (1728), y en el siglo XIX que, con la desamortización de los bienes de la Iglesia (1835), comunales y del Estado (1855), amplias extensiones de tierra pasaron a manos privadas y sus dueños pudieron decidir libremente el uso de los recursos que contenían. Ello coincide con un fuerte desarrollo de la minería en la sierra de Cartagena y con un aumento de la actividad industrial. La presión sobre la vegetación natural aumentó de tal forma que acabó prácticamente con ella (ZAMORA ZAMORA, M. C., 1996).
Desgraciadamente en la actualidad la situación continúa empeorando con la explotación agrícola (grandes extensiones de invernaderos, monocultivos, etc.), la industrialización y el crecimiento urbanístico (complejos turísticos, campos de golf…), pudiendo llegar al borde de la desertificación. Cada vez podemos ver menos espartales en estos paisajes mediterráneos más y más expuestos a la pérdida de suelos por escorrentías de aguas. Las cuales, al no tener retención, son causantes de peligrosas riadas en las poblaciones sin poder llegar a infiltrarse hasta nuestros acuíferos, cada día más vacíos. Todo esto sin contar la gran lista de consecuencias indirectas que conlleva la falta de vegetación (en la fauna, riqueza mineral...).
Investigaciones de la Universidad de Alicante han demostrado como el esparto facilita el establecimiento de otras especies arbustivas, sobre todo en condiciones de estrés ambiental, mejorando su supervivencia y estado fisiológico cuando son introducidas en sus proximidades. Sin embargo bajo las repoblaciones de pinos realizadas hasta el momento sólo nacen las mismas especies arbustivas en años relativamente lluviosos, y no en años secos (que son los que generalmente tenemos en la zona mediterránea). La principal causa de ello es la competencia entre los plantones de las especies arbustivas y el tapiz de especies herbáceas que se desarrolla bajo la copa de los pinos (Maestre, F. T..., 2003).
Diversos autores consideran que las mejores técnicas de repoblación para las zonas semiáridas degradadas son las propias naturales que podemos observar en el mismo ecosistema. Las llamadas “islas de recursos” donde existe un microclima y una cierta asociación entre plantas.
Especies silvestre nacidas naturalmente naturalmente


El suelo del microambiente creado por el esparto se caracteriza por presentar una menor compactación, mayores contenidos de humedad después de una lluvia y de materia orgánica, un mayor número propágulos micorrízicos y valores mayores del cociente C:N que los espacios desnudos contiguos. Además la sombra producida por esta especie reduce la radiación y temperatura edáfica. Estas modificaciones ambientales unidas a su posible pertenencia a una etapa degradativa de la vegetación potencial (facilidad de establecimiento) hacen de los espartales comunidades idóneas para el crecimiento de especies leñosas en zonas semiáridas degradadas. Aceleran el proceso natural de sucesión ecológica con un menor impacto ambiental y visual que el de las técnicas tradicionalmente empleadas para la repoblación de estos lugares (Maestre, F. T..., 2003).
Pero más importante que observar al ecosistema para su recuperación es el volver de nuevo a completarlo formando parte de él, el hombre de toda la vida ha favorecido el microclima creado por las plantas con su adecuada recolección. En el caso de los espartales su abandono ha producido grandes cambios en estructura y dinámica. La acumulación de la hojarasca, que antes se eliminaba o limitaba mediante el “peinado” o quema de las hojas muertas y la recolección de las vivas, hace que las matas se desarrollen menos y más heterogéneamente en el espacio y en el tiempo, llegando incluso en algunos casos a tener dificultad de regeneración, por la falta de diseminadores naturales (su semilla se adhiere al pelo animal) y la dificultad de rebrote, o a morir completa o parcialmente ahogada en su propia materia muerta (SÁNCHEZ, 1995). Con el bajo rendimiento económico que tiene la vegetación autóctona mediterránea en el comercio actual la selvicultura sólo se realiza para la prevención de incendios con una alta inversión externa, por ello nunca se ha llegado a perfeccionar el tratamiento de nuestros arbustos; antiguamente por falta de gestión forestal y ahora por falta de intereses.
Esto ha ocurrido drásticamente en las dos últimas generaciones. Por ejemplo nuestra planta hasta 1960 fue la solución económica para zonas rurales deprimidas tras la guerra civil española, llegándose a usar en la provincia de Granada la liailla (cuerda de 3 ramales) como moneda de cambio, usualmente por juguetes y pescado. Han sido tantas las personas dependientes de esta economía que el Ministerio de Agricultura creó el Servicio del Esparto, esto ha posibilitado estadísticas y entre ellas destaco la extracción que se hizo entre los años 1949 y 1950, de 103.450 Tm de esparto recolectado 57.086 Tm fueron destinadas a la papelera y 30.956 Tm a los sacos de yute. El mayor porcentaje estaba destinado a la industria que en su mayoría se encontraba lejos del monte proveedor, el esparto para papel se repartía un 73% en la zona vasca, un 13% en la zona catalana y un 11% en la levantina, y al poco tiempo la mayoría de él fue a Inglaterra que se convirtió en la más grande importadora. El comercio estaba gestionado por individuos de fuera sin generar suficientes ingresos locales llegando por falta de gestión a tenerse que prohibir la exportación de esparto crudo para la fabricación del papel, incluso empezó a decaer en los campos (SERVICIO DEL ESPARTO, 1950).
He aquí la causa de nuestra separación ecológica y por la que no se está explotando correctamente nuestro medio, el comercio internacional y la globalización de los productos.
Espero que en este artículo haya quedado clara la necesidad que corremos en los países del Mediterráneo de investigar tanto en una gestión sostenible y práctica del monte como en nuevos diseños y procesos de transformación industrial de sus productos autóctonos. Poniendo por caso de nuevo al esparto caben posibilidades de elaborar con su fibra diferentes productos plásticos a través de un cambio en su estructura química; a partir de aquí la gran variedad de nuevas utilidades que podríamos conseguir sería enorme.
Y para acabar te animo a interesarte por las plantas de tu entorno y la cultura tradicional que les rodean para darle un giro a su aprovechamiento enfocándolo a las necesidades de nuestros días.
¡POTENCIEMOS NUESTRA VEGETACIÓN LOCAL!
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) ZAMORA ZAMORA, M. C. “Cómo se construye un desierto. Aprovechamientos tradicionales de los montes en la comarca del Campo de Cartagena”. Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Francisco Calvo García-Tornel. Universidad de Murcia, 1996, 2 tomos. 663 p. Extraído de Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, nº 6, 15 de enero de 1996.
(3) Maestre, F. T., Bautista, S., Cortina, J., Bladé, C., Bellot, J. y Vallejo, V. R. “Bases ecológicas para la restauración de los espartales semiáridos degradados”. Ecosistemas 2003/1
(URL:www.aeet.org/ecosistemas/031/investigacion5.htm)
(8) MAESTRE F. T. “La restauración de la cubierta vegetal en zonas semiáridas en función del patrón espacial de factores bióticos y abióticos”. Universidad de Alicante, 2002.
(4) E. OROZCO, E. JORDAN, J.A. LOPEZ-DONATE & M. SELVA. “Determinación de la cobertura vegetal en comunidades de Stipa tenacísima en la provincia de Albacete”. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Albacete.
(5) www.terra.es/personal5/pozoca/esparto.htm -
(6) www.aytoaldeadelrey.es/artesan.htm - 24
Proyecto Anthos, www.proyectoanthos.org
LEDESMA J., “Propuesta para la gestión de una comarca de montes del Mediterráneo Occidental Semiárido”. 2005,
(9) SÁNCHEZ, G., 1995. “Arquitectura y dinámica de las matas de esparto (Stipa tenacissima L.), efectos en el medio e interacciones con la erosión”. Tesis doctoral Universidad Autónoma de Madrid.
(10) SERVICIO DEL ESPARTO, 1950. “Estudios y experiencias sobre el esparto”.